Victorine Meurente, artista, prostituta y musa

Cuando hablamos de arte y de artistas, en la mayoría de ocasiones nos referimos a hombres que, a lo largo de estos siglos, han ido configurando nuestro deleite cultural. Por fortuna, cada vez son más las mujeres que están demostrando un talento brutal en todas las disciplinas. Desde la literatura al cine, pasando por el dibujo o la música, lo cierto es que a día de hoy nadie duda de que una mujer pueda ser tan buena artista como un hombre. Los tiempos en los que las mujeres estaban relegadas a un segundo plano ya quedaron atrás. De hecho, hasta no hace tanto, la figura femenina en el arte era entendida más como una musa que como alguien capaz de crear arte por sí misma. Sin embargo, la figura de la musa también ha tenido una importancia vital en las obras de muchos hombres. Si no existieran esas mujeres, no habríamos podido disfrutar de obras de arte inmortales como La Giocconda o Para Elisa, por poner dos ejemplos muy famosos.

La mujer como musa, como inspiradora del artista, es una figura que todavía hoy se da, aunque ya con menos intensidad que anteriormente. Por mucho que seguimos investigando sobre el cerebro y su funcionamiento, todavía se nos escapa el método por el cual creamos las ideas, y tenemos creatividad. Esa chispa que nos hace encontrar la palabra perfecta, la melodía celestial para completar la canción, o el trazo adecuado para terminar el cuadro. Ese momento de lucidez que parece alumbrarnos en nuestro cerebro, y que a veces está provocado por una tercera persona. Los artistas románticos ensalzaron muchísimo esa idea de inspiración a través de la musa, conectándola con el significado clásico de esa palabra. En la mitología griega, las musas eran seres cuasi divinos que inspiraban a los artistas a componer canciones, relatos y demás. Las musas de hoy en día son de carne y hueso, pero está claro que para muchos artistas siguen teniendo ese punto casi sobrenatural. Y es que hay mujeres que son capaces de provocar algo excitante en la mente de una persona creativa, para que dé a luz una obra que se convierta en inmortal. Y Victorine Meurente era una de esas mujeres.

Quién era Victorine Meurent

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Hablar de Victorine Meunent es hacerlo casi de un personaje mitológico, que nos ha llegado más por el arte que por la propia historia. Se sabe que esta mujer nació en febrero de 1844 en París, en el seno de una familia modesta. Su padre era grabador, y un tío suyo también era retratista, así que Victorine estuvo familiarizada con el arte desde bien jovencita. Es a partir de los 16 años cuando comienza a posar como modelo para algunos artistas de la ciudad. Mientras tanto, la chica también se lanza a aprender música, y llega a tocar en varios salones de París. Fue durante ese periodo, recién cumplida la mayoría de edad, cuando se especula que pudo llegar a ejercer la prostitución.

Victorine poseía una belleza cautivadora y logró encandilar a muchos hombres. Se le han contado innumerables amantes, pero lo cierto es que jamás se le confirmó una relación estable y constante a lo largo del tiempo. De hecho, seguramente la más importante fuera con el pintor Eduard Manet, al que conoció en 1863, cuando tenía tan solo 19 años. Manet se encandiló de aquella chiquilla de pelo cobrizo y piel rosada, y decidió convertirla en su musa. De hecho, se sabe que le encantaba pintarla desnuda. La relación duró más de una década, momento en el cual la propia Victorine se convirtió en artista por derecho propio. Sus cuadros comenzaron a ser expuestos, incluso en el propio Salón de París, junto a los del propio Manet. En sus últimos años de vida logró incluso ser aceptada dentro de la Sociedad de Artistas Franceses, lo que denota que no solo fue musa, sino también creadora.

Su relación con Manet

Sin embargo, si Victorine Meurent es conocida hoy por la mayoría es gracias a ser la musa del gran artista Eduard Manet. Se conocieron en 1963 y durante esa misma década, Victorine se convirtió en la modelo favorita del pintor francés. Si bien también posó para otros como Stevens o Degás, lo cierto es que la relación entre Meurent y Manet era bastante especial. Se especuló muchísimo con que eran amantes, dado que la chica aparecía desnuda en muchos de los cuadros del pintor. Sin embargo, Manet murió de sífilis con 51 años, y Meurent le sobrevivió durante casi tres décadas más. Si hubieran mantenido relaciones más íntimas, seguramente la chica habrá muerto antes por esa misma enfermedad venérea. Lo que sí es cierto es que su imagen quedó inmortalizada para la historia del arte en los cuadros del francés.

Obras en las que apareció

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Acostumbrada a posar para pintores importantes desde los dieciséis años, la joven Victorine podía presumir de ser una de las modelos más solicitadas de su tiempo. En aquella década de 1860 y en la posterior, sobre todo hasta 1873, la chica posó para grandes artistas, aunque la mayoría de obras que destacaron tuvieron la firma de Édouard Manet. El artista la acogió como su modelo favorita y volcó en ella toda la belleza de la sensualidad, de cómo el veía el mundo a través de lo morboso y lo sugerente. Esto se denota en Desayuno en la Hierba, un cuadro precioso que en su momento causó gran conmoción y polémica. En él aparecen varios jóvenes sentados en el campo, los varones vestidos, y una chica, que es Victorine, totalmente desnuda y mirando con descaro a quien observa la pintura.

El aparecer desnuda en un cuadro trajo polémica, pero también mucha fama a Victorine, que repitió con Manet en Olympia. Aquí el artista iba un paso más allá, dibujando a una cortesana en el momento después del coito y siendo uno de los primeros en desmitificar la figura de la mujer desnuda. Victorine no era una diosa, ni era un personaje bíblico, era una mujer de carne y hueso que disfrutaba del sexo y del deseo carnal. Otros cuadros importantes donde aparecen son El Ferrocarril o Mujer con Loro. Ya convertida en artista, Victorine logró incluso colocar un autorretrato en la prestigiosa galería del Salón de París, demostrando que también tenía talento para pintar y no solo para posar.

¿Era realmente una prostituta?

La vida de Victorine Meurent está, en muchos puntos, rodeada de niebla y misterio. Es prácticamente imposible saber si realmente esta artista se entregó al placer carnal como prostituta, aunque muchos así lo apuntan. Poniéndolo en contexto, el Paris de los pintores y bohemios, no sería extraño que Victorine hubiera llevado a cabo este tipo de servicios. Era habitual que las chicas aspirantes a artistas tuvieran relaciones con aquellos hombres a los que admiraban. Las cosas no eran fáciles para Victorine, y tenía que buscar su sustento a través de este tipo de actividad. Ganaba dinero con la música, pero no lo suficiente, y el arte tampoco le dio de comer hasta una edad avanzada. Los rumores sobre su trabajo como prostituta se expandieron también gracias a lo explícito de las obras donde aparece, y por desgracia también han llegado a ensombrecer su verdadero legado artístico.