El Amor Cortés, una exposición de porno medieval

Cuando pensamos en la Edad Media siempre nos vienen a la mente imágenes lúgubres de guerras, enfrentamientos, miseria, plagas… Es como si durante diez siglos, la Humanidad prácticamente hubiera sobrevivido a duras penas tratando de no ahogarse en un mundo hostil. En contra de la Antigüedad, la era medieval siempre es vista como un momento mucho más problemático, menos inspirador, donde ls guerras lo dominaban todo. Sin embargo, esa visión es la que nos ha llegado a través de ciertos estudios y de legajos que solo suponían una parte de todo lo que ocurría en aquella época. El periodo medieval, que se extiende por casi diez siglos, contó con diferentes épocas dentro de sí mismo, y no todas fueron iguales, por supuesto. Tratar de reducir toda esa parte de nuestra Historia solo a lo más truculento n o deja de ser una mala decisión.

Sin embargo, es la imagen que nos ha llegado, y es la que la mayoría sigue transmitiendo cuando se habla del periodo medieval. El poder que toma la iglesia, especialmente cristianismo e islamismo, se hace patente en la sociedad, a través de diferentes normas que atañen a toda la vida pública e incluso privada. Por ejemplo, el tema del amor y el sexo, que cambia por completo del libertinaje de eras anteriores a la práctica desaparición del placer en el sexo… o eso es lo que nos han contado. Cinturones de castidad para evitar el sexo prematrimonial, leyes que solo permitían una postura en el coito, multas y vejaciones para las mujeres que cometían adulterio… Son realidades que, de hecho, fueron importantes en la época, aunque no tanto como pensamos. No monopolizaron toda la sexualidad en la Edad Media, ya que en otros momentos, en algunos periodos, hasta la propia Iglesia fue mucho menos tajante en este tipo de “pecados”. Tanto es así que hubo periodos en los que muchos curas vivían en concubinato con mujeres, dejando a un lado el celibato, y se consideraba algo normal. De hecho, muchas de las restricciones solo llegaron más tarde, ya no en la era medieval, sino con la expansión del Protestantismo. De todo ello se habló en la magnífica exposición El Amor Cortés, una visión mucho más amplia a toda la sexualidad medieval.

Una era oscura, pero no tan conservadora

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La Edad Media no fue, ni mucho menos, el mejor periodo para el ser humano. Las guerras lo marcaron todo, en una época en la que las naciones estaban empezando a formarse y las religiones obtenían un poder casi ilimitado. Se borraron los politeísmos de la faz del Viejo Continente, que en aquellos tiempos era el único que importaba, y se apartaron o prohibieron muchas de las tradiciones paganas. Esto hizo que la gente viviera más limitada a lo que las doctrinas de fe proponían, con el miedo en el cuerpo ante una realidad oscura y problemática. También eso se refleja en el sexo, a la hora de disfrutar de un placer que no era tal, al menos en apariencia, sino solo la fórmula para procrear. Pero lo cierto es que la sexualidad era mucho más que cinturones de castidad y castigos por adulterio.

El concepto del amor cortés

Hay un concepto bastante conocido sobre la sexualidad y el amor de la época, llamado Amor Cortés, que suponía en su momento el súmmum de lo que un hombre y una mujer debían sentir. Alejándose de lo banal y lo lujurioso, el amor cortés representaba esa aspiración utópica del sentir más puro, el emocional, el espiritual. Encajaba perfectamente en las necesidades religiosas de la época, y dio lugar incluso a una larga lista de poetas y trovadores que componían canciones y versos sobre ese propio amor, de corte caballeresco. Había en él también un punto de metáfora con respecto a la propia estructura feudal que se daba en aquel momento, rindiendo el enamorado vasallaje a la dama, que solía ser señora. De esta forma, incluso el amor reflejaba esas relaciones sociales que estaban cimentando la cultura de la época.

La poesía y los cantares eran las formas más habituales de ese amor cortes, un concepto que se convirtió prácticamente en un género literario en sí mismo. Los versos suelen ser hermosos, complejos en parte, para representar esa aventura de la conquista del corazón de la dama. Eran de un romanticismo extremo, como podríamos comprobar siglos más tarde cuando los propios poetas románticos los toman como ejemplo, en parte, de lo que buscan. Pero si miramos bien, también encontramos en ellos algunas figuras retóricas que no aluden tanto al amor puro, sino más bien, al sexual. Los poemas de amor cortés no estaban exentos de ciertos ramalazos lujuriosos, aunque siempre soterrados bajo alegorías sobre comida o animales. Los genitales masculinos, por ejemplo, se representaban a través de pájaros, o de productos de charcutería, mientras que los femeninos solían representarse a través del queso.

Grabados eróticos de la época

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Descubrimos pues que la literatura de la época era mucho más picante de lo que parecía, algo que se puede contemplar mucho mejor en el fabuloso Decameron de Bocaccio. Esta obra maestra medieval, escrita en el siglo XIV, supone la cumbre de la sexualidad de la época, mostrando una idea muy diferente y mucho más libertina a la que se tenía hasta entonces. Bocaccio mostraba otros tipos de “amor cortés” más explícitos, incluso con ilustraciones directamente eróticas o pornográficas en algunas ediciones del tratado. Había historias sobre prostitutas, sobre tríos entre dos mujeres y un hombre, sobre relaciones abiertas… Una verdadera novela erótica de hace siglos que sirvió como base para la exposición realizada en 2014 en París.

Con la idea de desmentir muchos mitos medievales y mostrar que en aquella época también sabían lo que era el erotismo, una galería parisina decidió crear la exposición Amor Cortés. El nombre aludía directamente al concepto de amor caballaresco, pero lo expandía para que los visitantes pudieran comprobar que más allá de ese amor puro, el sexo también estaba presente. Se incluyeron en la exposición decenas de grabados de la época, donde se mostraban escenas muy eróticas o directamente explícitas. Se acompañaban también  de textos de la época, y de análisis realizados por expertos en la actualidad, para mostrar una visión más amplia de la sexualidad medieval. La exposición fue todo un éxito y llamó la atención de muchos en una era donde el puritanismo parece estar volviendo con fuerza.

El sexo como tabú en el arte

Nos cuesta pensar que, en una era tan oscura y aparentemente conservadora, una obra como el Decamerón, con ilustraciones tan explícitas, se hiciera popular. Sin embargo, es ese sesgo moral que todavía tenemos con respecto al sexo, imbuido mayormente por las distintas religiones, lo que nos hace pensar así. El placer sexual ha sido un tabú incluso en el arte, que es la forma más pura de expresión. Como ya hemos comprobado, los trovadores debían componer sus versos con metáforas, a veces no muy sutiles, para hablar de este tipo de relaciones. El sexo siguió siendo un tabú también en el Renacimiento, a pesar del reencuentro con los maestros clásicos. Pero es que hoy en día podemos seguir encontrando esa censura incluso en redes sociales, donde fotos artísticas y cuadros con desnudos han sido bloqueados…